De un portazo y sin echar la llave baja por las escaleras corriendo, con ganas de encontrarse de cara con el sol y esperando que el aire corra un poco para disimular quizás sus malos pelos.
Esta feliz, repleta y no hay mejores motivos de los que había ayer.
Quizás los golpes hoy no duelen tanto porque la vida de tanto darlos, enseña a pararlos, quizás su presencia ya no queme y sus ojos no se empañen.
Feliz por encontrarse de nuevo con miradas desconocidas, buscando en ellas un interés especial.
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